8/08/2017



Avanza el crepúsculo por un territorio de nostalgias, como un sueño que se resquebraja en el horizonte. La silueta del tamarindo se recorta sobre un cielo salpicado de llamas. Los muros de la vieja casa han sido camuflados por la hiedra y en el jardín reina un desorden vegetal, producto del abandono. Me abrazo a la brisa, el presente se diluye y los recuerdos se elevan libres como gaviotas. Retrocedo en el tiempo y dejo de ser, para volver a ti...

Me recreo en aquel verano, retozando en las orillas de tu playa, mojándome en tus olas y besando la espuma de tu sonrisa. Vuelvo a saborear el placer de reposar en las dunas de tu cuerpo, hasta vaciar el reloj de arena de todos los tiempos. Una vez más esculpo caricias en tu arenal y me dejo seducir por el sol de tu mirada hasta los confines de la medianoche. Soy luna en tu hora bruja, tejiendo susurros de neón y estrellas, mientras escribo poemas sobre el asfalto de tus días. Los perfilo en los folios de mi mente y en el perfil de tu piel, componiéndo tu sensual estrofa de horas quietas y albas de fuego... Si, aún te escribo.

El crepúsculo ya se ha despeñado tras el horizonte y una lluvia de sombras me rodea, devolviéndome al presente. La pulsación del mar es serena, cadenciosa como un mantra. Sentada en el olvidado jardín espero el avance silencioso de la marea nocturna sobre un mar de cristal y sueños rotos.

5/03/2017

SOLTAR LASTRE




Hacía ya un buen rato que estaba despierta pero nada la empujaba a levantarse de la cama, ni siquiera la cálida llamada de la incipiente primavera. Se obligó a abrir los ojos y parpadeó, cegada por la intensa luz que entraba a raudales por el gran ventanal iluminando cada rincón de la habitación. 
Descalza, fue hasta la terraza y abrió de par en par la puerta de acceso. Fuera olía a yerba recién cortada, a flores y a mar. El cielo era una inmensa acuarela de azules por donde vagaban cuatro nubes deshilachadas. Todo invitaba a vivir a disfrutar del nuevo ciclo que venia a substituir al frío invierno, pero ella se sentía sola y ausente, fuera de esa eclosión de luz y colores, inmersa en una nebulosa gris que le oprimía el aura. 
De repente tuvo la sensación de estarse perdiendo algo. Si, en realidad estaba perdiendo algo muy valioso: su tiempo. Lo estaba desperdiciando como tantas otras veces y pensó que a pesar de los años no había aprendido nada. 
Un escalofrío le recorrió el cuerpo y entró de nuevo en la casa, que la recibió con su habitual silencio. 
Como un autómata bajó a la cocina y se preparó un café. Con la raza en la mano salió al jardín para sentarse en el columpio, bajo el gran aguacate. Antes le gustaba aquel rincón, pero hacia tiempo que no disfrutaba de ese espacio. Realmente hacía mucho tiempo que se limitaba a existir, sumergida en una vorágine de la cual no sabía como escapar. Ya no tenía vida propia, ni sueños, ni dedicaba tiempo a lo que realmente le gustaba. 
Miro las pequeñas retículas de cielo que parpadeaban por entre la cúpula vegetal. 
Estaba perdida y muy sola y así se sentía desde hacía ya demasiados meses. 
Sabía que salir de esa espiral estaba en su mano, pero la sensación de cansancio era un lastre que la mantenía inmóvil.
La mañana invitaba a salir, respirar la vida y escapar de todo... Si, escapar... ese pensamiento percutió en su mente como un grito de libertad. 
Sin detenerse a meditar, empujada por aquella loca llamada, subió las escaleras y se vistió rápidamente, ropa cómoda, zapatillas, una sudadera y una pequeña mochila. 
Salió, dejándose envolver por el abrazo de la luz y caminó calle abajo, rápidamente, como si temiera arrepentirse de su decisión. 
Justo al llegar a la estación llegaba un tren. Ni siquiera sabía a donde iba, pero eso poco importaba. Solo quería huir, soltar amarras y saborear el placer de vivir. 
Se sentó al lado de la ventanilla viendo pasar el paisaje que fluía en un desfilar de rápidas secuencias marinas. La costa se perfilaba ante sus ojos y a cada minuto una nueva playa substituía la anterior. Del otro lado de las vías los pueblos se sucedían, dejando a su paso una fugaz sensación de pérdida.
Pensó que así era realmente el vivir: una sucesión de secuencias, más o menos largas y que en su mano estaba dejar atrás una y buscar la siguiente. 
Cerró los ojos y por primera vez en muchos meses se sintió relajada y en paz. No importaba el destino, iba a disfrutar del trayecto.
Más allá de la ventanilla se mecía un mar de vida cambiante, en cada playa, en cada ciclo, cada día, cada minuto... Estaba allí, esperándola.

3/14/2017

PROPÓSITOS


Salir de noche a descolgar los sueños del tejado del cielo
Pedir un deseo bajo la luna llena, aun sabiéndolo imposible
Congelar esa sonrisa que ya no veras, para seguir viviendo
Dibujarte en el alma el color de una mirada para no vivir a oscuras
Soñar, sin dormir, bajo una nube de estrellas y planetas errantes
Colgar la acuarela del pasado, para vivir el presente sin lastre
Volar sin alas por los laberintos del aire al país de Nunca Jamás  
Jugar a esconder sentimientos, para proteger mi vulnerabilida
Vestirme con la armadura de la indiferencia, para no sufrir
Borrar la memoria de lo especial y renacer en el olvido
Guardar en la piel el azul de las olas y el liquido tacto del mar
Andar descalza por la arena de los días dejando atrás las horas
Escribir nuevas páginas en mi cuaderno de bitácora 
Abrir el alma a la magia que dibuja la luz de las pequeñas cosas

1/16/2017

ESCLAVITUD VIRTUAL


Siete de la tarde, hora punta en un tren de cercanías. Rodeada de gente comparto vagón con su silencio y la ecléctica letanía de los sonidos virtuales.
Allí estamos juntos e ignorándonos, inmersos en neutras redes sociales que nos alejan de lo mejor de la humanidad: la calidez, el abrazo y la sonrisa. Cada vez dotados de más prestaciones los móviles acaparan nuestro tiempo y nuestra vida. Cada sonido que emiten, cada vibración, es una llamada ineludible. Los llevamos a todas partes, son como un apéndice del que no podemos desprendernos.
Veo grupos de amigos y parejas que no se comunican. Móvil en mano parecen ausentes de este mundo, deambulando por los laberintos del mundo virtual.
Cuando "La voz de su amo" emite uno de sus variopintos sonidos lo dejamos todo para atenderla. Esclavos de las redes sociales sabemos con precisión y al momento todo lo que ocurre al otro lado del mundo y, curiosamente, cada vez nos alejamos más del entorno real.
Los móviles acompañan las veladas familiares, reposan en las mesitas de noche y casi me da por pensar si interrumpen algún que otro escarceo amoroso. Sus aplicaciones nos lo dan todo de modo instantáneo y, según dicen esto propicia que los más jóvenes crezcan sin aprender el valor del esfuerzo. Los padres van sustituyendo los cuentos por la cómoda tablet y así, donde antes había un mundo de fantasía creativa conjugada con el niño, ahora hay una fantasía ya prefabricada donde el niño sólo aprieta botones, sin dejarle espacio para imaginar por si solo.
No pongo en duda las grandes ventajas de los avances tecnológicos, pero si me cuestiono si en el futuro seremos seres robóticos e incapaces de empatizar con nuestros semejantes. Seres solitarios al servicio de sofisticados móviles que marcarán las directrices de nuestras vidas, restándoles humanidad.

11/22/2016

FLUYENDO ENTRE PALABRAS


Hoy me he tomado el día libre, eso no quiere decir sin hacer nada, sino haciendo aquellas cosas que me apetecen y que, por falta de tiempo, voy aparcando. Navegar por el mundo de las palabras es una de ellas, así que me he detenido a dibujar con sus símbolos las ideas que habitan mi mente.
Mientras escribo, veo caer la cascada de geranios, llenos de flores, que se descuelgan por la barandilla de la terraza. Su exuberancia es un acto de protesta, como si no quisieran rendirse ante la nostalgia del otoño. Mas allá, en el jardín, los colores cálidos han desterrado el intenso cromatismo del verano. Una alfombra de ocres recubre el césped, barnizada por la fina pátina de la lluvia que cae lentamente. Cruzando la calle, al otro lado del paseo perfilado por palmeras, se extiende la arena de la playa. Hoy, ese latifundio arenisco, pertenece por entero a las gaviotas que van y vienen sin rumbo fijo. Sus huellas forman un efímero tatuaje sobre  la húmeda superficie. En la lejanía. Envueltas por la ligera bruma, un par de barcas solitarias se mecen en la bahía, como acuáticos fantasmas. Es un mar de Noviembre, vestido de fríos colores, el que contemplo. Un mar salpicado de espumas que se arremolina inquieto en la orilla y late al compás del viento, unido a la melancolía.

Es al filo de la medianoche, cuando dejo de escribir y me siento en el sofá, con el libro entre las manos, refugiándome en la lectura... La música me acompaña y las notas de "La Mer" de Debussy crean paisajes marinos en las estancias del aire.
Entre el pentagrama de líneas que componen tus versos apareces por mis pensamientos, sombra sin rostro, voz que exalta mis sentidos con la magia de las palabras. Eres el poeta errante que eleva mi mente a los confines del ensueño. Te intuyo en tu refugio, como un alma solitaria conjugando metáforas con el prodigio de la creatividad. Me vas llenando de poesía el silencio de esta noche de otoño.
Si, leer tu libro me ha llevado a ti de nuevo, a ese espíritu escurridizo que se escapa como el agua entre mis dedos e intuyo como un mar insondable, a veces  vestido de calma y otras  convertido en una ola, libre y viajera, siempre buscando nuevas playas, siempre renaciendo en cada orilla, pero nunca quieta. Si, quizás te pareces mucho a mi. Somos mentes donde nunca echa raíces el tedio, donde hay un mundo interior lleno de vida,.. de la nuestra, de la que realmente querríamos vivir. Fantasías, utopías, sueños, todo vale para alimentar ese mundo que nos libra del aburrimiento, allí solo unos pocos tienen el privilegio de entrar, los demás, como ante una pintura abstracta, se quedan fuera, sin comprender.

10/24/2016

PIEDRAS AZULES


Amaneces, entre el gris acerado de la tarde
y no se si soy tu sueño o estoy soñando.
Regresas por los inciertos caminos del olvido
para borrar con tu fuego el otoño de mi piel.
Con el cincel de tus manos perfilas mi cuerpo
recomponiendo el espejo, hecho añicos, del recuerdo.
El aire se adelgaza en un suspiro de ternura perdida
y se aleja, fluyendo en un tiempo de horas desnudas.
El deseo avanza por el crepúsculo, ocultando las heridas
con su densa lluvia de pasiones de luces y sombras.
Percibo tu tacto alargando mis limites hasta la locura.
En mi mente percuten los cristales de la fragilidad.
Ya es casi de noche y me bebo a sorbos la luna
atrapada en esa mirada tuya que me roba el norte.
Eres la libertad encarcelada de mis sentidos,
remolcando mi insomnio por las transparencias del silencio 
hasta rozar un horizonte de encuentros sin destino.
****
En mi sueño o en el tuyo avanza la vida,
rodando sobre las piedras azules del camino,
en un duermevela de ausencias y retornos.